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Bienvenido, 2009

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Todo el mundo apresuraba sus preparativos para despedir el 2008 y dar la bienvenida al nuevo año. Yo intentaba hacer conexión con la multitud, ser una más y aparentar que todo aquello también me fascinaba. 

Cuántas veces deseé haber nacido en otra época, en la que la diversión se manifestase de otras formas más sutiles, más “hacia dentro”. Pero tenía 25 años y llevaba toda la vida intentando encajar en un grupo. A veces lo conseguía, incluso me divertía, pero no lograba seguir el ritmo del resto de personas, lo atribuía a “me estoy haciendo mayor”, momento en que alguna amiga me rebatía: “pues mis padres tienen más de 50 y nunca se cansan de salir de fiesta”. Entonces me quedaba sin argumentos, y sin conseguir explicar qué me hacía sentir así, por qué era tan rara. No conocía el rasgo de la alta sensibilidad, durante la licenciatura de Psicología, nunca lo nombraron. 

Pues bien, ese día, ataviada como la ocasión merecía, me presenté en la fiesta multitudinaria que habíamos escogido para recibir el año nuevo. Mi intención era, evidentemente, disfrutar, pero pasé toda la noche agobiada, aburrida, deseando advertir en las expresiones faciales ajenas de los más próximos cualquier atisbo de cansancio que abriera las puertas a la finalización del evento. A pesar de que yo trataba de encajar y, a ratos, me incluía en el funcionamiento del grupo, mi organismo me mandaba señales que yo intentaba desechar. 

Este tratar de no escuchar al cuerpo me ha conducido estos años a muchas dificultades, malestares, disfunciones, he llegado, incluso, a enfermar… porque el cuerpo y las emociones nos hablan y si aprendemos a interpretar estos avisos, conseguiremos una mayor adaptación a nuestro espacio vital y un ahorro manifiesto en dolencias que puedan desembocar, a largo plazo, en enfermedades.

Por cierto, conservo una imagen mía en la que aparezco en una actitud eufórica, con los brazos en alto y el pelo al viento, con una sonrisa desbordante, dando la bienvenida al 2009. 

 Y sí, me la tomaron la misma noche que recuerdo como, casi, un infierno. 

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