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Si pudieras escapar de tus malos pensamientos sin simular una escena de Tom y Jerry, ¿lo harías?

Año 2004.
Álex y Nancy se mudan a un magnífico dúplex. Espacioso, luminoso, silencioso. El apartamento de sus sueños. Alex es escritor y trabaja en casa todo el tiempo. Necesita un buen ambiente de trabajo.
Tú ya sabes.
Enseguida conocen a una amable, adorable y anciana vecina que mora en el piso de arriba.


– “Seguro que nos cuidará, cocinará magdalenas y nos traerá caldo cuando nos pongamos enfermos”.


¡Ja!.
Lo que comienza pareciendo el paraíso, no lo es tanto.

Verás:


La buena señora hace su primera visita de presentación (eso de llevar una botella de vino a los nuevos vecinos y tal) y a continuación, comienza a presentarse de forma habitual por la vivienda. Como Nancy trabaja fuera de casa, es Álex quien atiende sus exigencias peticiones:


– Álex, acompáñame a la farmacia.
– Álex, ¿me arreglas las tuberías?
– Álex, estoy enferma, ¿me harías la compra?
– Álex, ¿me haces compañía?
– Álex…
– ÁLEX…


En resumen, la Sra. Connelly no valida el trabajo de su vecino como un “auténtico trabajo”.
Aquello de “si no sales de tu casa, ¿en qué estás trabajando?”. Entiende que lo mejor que el chico puede hacer es… ayudarla con sus demandas interminables.

El primer día el buen hombre accede de buen grado. ¿Cómo no ayudar a una adorable ancianita?
El segundo, también.
Después, ya trata de hacerla razonar:

– Álex: Sra. Connelly, me gustaría que usted entendiera que estoy trabajando. Escribir es
mi trabajo, así me gano la vida. Quizás más tarde pueda acompañarla.

– Anciana adorable: ¿Escribir? Pero si no has vendido nada con tu libro anterior. Mejor
dedícate a otra cosa y, mientras tanto, ¡haz algo por la vida y ayúdame!.

Así se inmiscuyen en debates interminables, el escritor se resiste, la vecina le objeta sus argumentos una, y otra, y otra vez más. Los días son improductivos, la pareja tiene la esperanza de que, dada su avanzada edad, la Sra.
Connelly muera pronto.

Pero tiene más vidas que un gato.


La intentan desahuciar con resultado infructuoso y, desesperados, idean formas de acabar con su vida.
Ya te imaginas el resultado.
Al final, ella siempre gana.
Y él se frustra. Y se enfada. Y se tira de los pelos. Y no escribe.
Como Tom y Jerry. El perspicaz ratón siempre es más listo que el pobre gato.


A las personas nos ocurre algo similar cuando nos enredamos en una lucha contra los pensamientos negativos, contra la ansiedad, contra lo que no queremos sentir pero, en realidad, es inevitable: la vida se convierte en un auténtico descenso a los infiernos.

En terapia psicológica nos internamos por aquellas emociones que no nos gustan, miramos de frente a los pensamientos intrusivos, y aprendemos a dejar de luchar contra ellos.

No desde la resignación, no desde la sumisión, sino desde una mirada nueva.
Comenzamos el viaje de aceptar la vida con todo lo que contiene y entonces, sólo entonces, el malestar deja de funcionar como ese horrible pasaje hacia el infierno.

Un abrazo,
María, de Psicosensibles

P.D.: La aventura de Alex, Nancy y la Sra. Connelly es un resumen de la comedia “Dúplex” de Danny DeVito que, a su vez, está inspirada en una historia real. Le sucedió a un abogado en Francia, allá por los años 60 y, en aquella ocasión, la anciana vivió 122 años, sobreviviendo al propio abogado.
Curioso, ¿verdad?